jueves, 28 de febrero de 2008

EL MISTERIO DE OCHATE



Después de visitar algunos fenomes sucedidos en la ciudad de Madrid y hablar de la leyenda de la chica de la curva, nos desplazamos a un pueblo de Vitoria, Ochate.Hace unos meses escuche su leyenda realmente escalofiante. Hablaron de ella en el programa de cuatro "Cuarto Milenio" y la información que expongo a continuación esta extraida el libro "Enigmas sin resolver" de Iker Jiménez Elizare, Editorial Edaf 1999.

Introducción:

Ochate es un pueblo con leyenda, uno de esos pueblos abandonados que nadie o casi nadie se atreven ya a visitar. Se encuentra a 15 kilómetros de Vitória y todo comenzó cuando un empleado de la caja de ahorros de Vitória, fotografíaba un gigantesco ovni sobre el pueblo abandonado y se sucedían luego las historias sobre ovnis y visitantes, la leyenda había comenzado.

Una historia trágica:

El nombre de Goate (puerta de arriba) aparece por primera vez en 1134, dentro de la nomina de san Millán, como referencia a un pequeño poblado que se contaba con quince almas por aquel entonces. Un siglo más tarde se construye la torre que ahora es el único vestigio del antiguo Ochate. Estaba dedicada a San Miguel Arcángel, y su emplazamiento, sobre una altura de 702 metros, dominando la llanura, y la particular coloración blanquecina desus piedras, hacían que durante la noche fuera distinguible desde los múltiples caminos que se adentran en el puerto de Vitória. Para algunos historiadores alaveses no debía descartarse la idea de que actuara a modo de rudimentario faro para orientar a carruajes y campesinos.

En 1254 la aldea parece haber sido tragada por la tierra. Incomprensiblemente, ningún dato sobre ella se vuelve a aflorar hasta bien entrado el siglo XVI. De aquella época oscura sólo parecen haber sobrevivido las hileras de tumbas que rodean al pueblo. Tumbas para albergar, por su reducido tamaño, a niños o gente extraordinariamente pequeña. Fueron colocadas junto a los precipicios que flanquean la zona, con formas anatómicas cavadas en la roca como pétreos sepulcros que aún dividen a los estudiosos de la historia alabesa y española.

Ante la carencia total de datos se especula hoy con varias hipótesis, siendo el establecimiento de alguna sociedad medieval de tipo templario la que cobra más fuerza.

En 1557 Ochate era un despoblado, estaba vacío por primera vez en su historia. La emigración de sus habitantes hacia otras aldeas, o su muerte y desaparición, dejaron abandonado el pueblo maldito. Y así lo estuvo hasta 1750. En aquel año, el censo da referencia de seis habitantes en el lugar. Pero el crecimiento y la prosperidad alcanzada por Ochate durante el pasado siglo le hicieron convertirse en el lugar más poblado de toda la comarca. Es precisamente en este periodo cuando empieza a desarrollarse la supuesta maldición. Confluirán escalonada mente, y en tan sólo una década, diversas epidemias que arrasarán toda la población. En 1860 se extiende la viruela, de la que apenas sobreviven una decena de personas. Cuatro años después el tifus se propagará con furia devastadora, volviendo a dejar yermo de vida el lugar. Tras esta plaga, Ochate volvió a repoblarse rápidamente, pero el triángulo mortal se completaría fatalmente cuando, en 1870, una epidemia de cólera fulminante sepultó para siempre a las personas que intentaban en vano reconstruir la alquería. El pequeño cementerio de la localidad no dio abasto con los cadáveres y se decidió enterrar casi todos los cuerpos en la vaguada que forma el cerro de la aldea.

El pueblo quedó absolutamente deshabitado y una gran interrogante pululó por sus viejas construcciones intentando desvelar el misterio de las tres inexplicables epidemias. ¿Cómo era posible que solamente afectaran al pueblo de Ochate sin mermar la salud de ningún otro habitante de aldeas cercanas?. Nadie puede pasar por alto la aparente selección que la enfermedad había realizado con el lugar respetando al resto.

Ochate, como confirman todos y cada uno de los legajos eclesiásticos, siempre permaneció en constante comunicación con las poblaciones de Imiruri, San Vicentejo, Aguillo y Ajarte a través de víveres, aguas, medicinas, ganado y tránsito humano. Es incomprensible que tres infecciones altamente contagiosas por este tipo de vínculos sólo llenaran de muerte las entrañas del pueblo maldito. Los habitantes de las localidades cercanas, ajenos a la plaga, se convirtieron en simples testigos de la rápida aniquilación de Ochate. Todos, viendo aquel paraje rebosante de ruinas y cadáveres, creyeron a pies juntillas en la sobrenatural condena que parecía haber llegado hasta aquel recóndito lugar.

Hagamos un breve resumen sobre las tres enfermedades que dejaron sin habitantes el pueblo intentando llegar a alguna conclusión válida:

Cólera morbo asiático: Afección endemoeidémica de origen indostánico, por un microorganismo llamado Vibrón colérico, descubierto por Koch en 1883. En sus tres fases (diarrea premonitoria, receso de temperatura y cadaverización), el cuerpo pasa en pocas horas de los 25 grados a 43. La enfermedad era de carácter epidémico en algunas zonas concretas del sudeste asiático, y tan sólo en ocasiones puntuales llegó a Europa. En España se produjo la primera epidemia en 1835, entrando por Vigo y extendiéndose la primera semana por Andalucía y posteriormente por Extremadura y Cataluña. En 1854 la oleada de muerte asoló la costa mediterránea aún con más virulencia, donde las víctimas caían desplomadas en plena calle. En 1885 se dieron los últimos casos ya muy localizados en Valencia, lugar predilecto de este bacilo. Así pues el brote acaecido en Ochate se produjo cuando el resto de la península y más concretamente la provincia de álava se encontraba libre de ese mal.

Tifus exantemático endémico: Infección contagiosa, acompañada de erupciones diversas, provocada principalmente por suciedad y hacinamiento, siendo el principal vector transmisor la mordedura de algunos animales. Se propagaba en el este y sur de Europa, siempre a través de elementos tan concretos como el agua, alimentos, chinches, ratas, ácaros y pulgas del ganado lanar y caprino. Los síntomas primarios eran fuertes cefaleas, diarrea y obnubilación. En 1864 aniquiló a la población de Ochate, respetando al resto de la comarca, con la que se hacía constante tránsito de animales, alimentos y agua. Una aterradora contradicción que nadie se ha logrado explicar aún.

Viruela: Enfermedad infecto contagiosa que rara vez se presentaba de forma endemoepidémica, causada por un virus filtrable y caracterizada por erupciones exantemáticas que dejan visibles cicatrices y lesiones en las mucosas. Des de 1799, con la aplicación de estudios de Eduardo Jener, dejó de provocar el descenso de la población de modo drástico. La friolera de setenta años después, en Ochate, se produjo una epidemia incontrolada que fulminó a todos los moradores cuando eta enfermedad apenas representaba peligro en el resto de la Península.

¿Por qué?. No lo sabemos, pero busquemos hechos si cabe todavía más misteriosos que acaecieron en el pueblo de Ochate.

Sin rastro:

En una mañana fría de noviembre de 1898, Antonio Vilegas se encaminó a la ermita de Bergondo, en la zona superior del pueblo, dispuesto a recoger varios utensilios para acondicionar algunos hogares abandonados tras el reciente azote del tifus. Fueron varios los vecinos que lo vieron subir por el camino que bordea la torre blanca, andando presuroso ante lo urgente del encargo. Pero aquella caminata hacia el templo sería la última y jamás su oronda silueta volvería a dibujarse por aquellos montes. Según cuentan las viejas crónicas fueron varios los grupos de vecinos que rastrearon con insistencia el terreno con la esperanza de encontrarlo malherido, pero todo fue en vano. La desaparición fue denunciada a los pocos días cursándose las pertinentes diligencias en el pueblo de Treviño. No había, según las autoridades de la época, motivo alguno para la desaparición del padre Villegas dejando tantos enfermos y obras a medio construir en Ochate. El arzobispado de Burgos, continuó enviando puntualmente los honorarios del párroco durante varios meses, dado lo insólito de la desaparición y con la esperanza de su vuelta. Nadie utilizó aquellos emonumentos, ni nadie volvió a dar jamás fe en otras tierras que Antonio Villegas tenía.

Ovnis sobre el pueblo maldito:

Fue el labrador Víctor Moraza, en 1947 el primero en denunciar la presencia de luces extrañas sobre la ruinas de Ochate. Desde su domicilio observó las evoluciones de una luz esférica que parecía descender en vertical hacia el poblado. Raudo se adentró en las ruinas y allí, sobre la torre, se balanceaba algo parecido a un globo blanquecino y silenciosos de dos metros de diámetro. Tras permanecer estático unos segundos, se desplomó sobre la edificación iluminando toda la zona con fuertes resplandores. Ante tan inusual espectáculo, el asustado testigo emprendió veloz carrera hasta llegar como alma que lleva Satanás a su hogar. Allí selló su voz y fue la palabra de otros campesinos que habían presenciado idénticas "luminarias" las que e hicieron dar a conocer su odisea.

Con el paso de los años, los ovnis que parecen caer sobre la zona se han convertido en algo casi habitual. Uno de los casos más impresionantes fue el que le tocó vivir a un fornido agricultor de Navarrete, próxima a Ochate. A las 23:15 horas del 17 de agosto de 1987, Angel Resines se encontraba regando su pequeño huerto. en un principio no prestó atención a una luz blanca, no más grande que una estrella, que parecía avanzar proveniente del norte (Ochate). A los pocos segundo, y sin tiempo para reaccionar, algo parecido a una gigantesca pelota de rugby se le echó encima, descendiendo casi a ras de suelo. Atemorizado, se ocultó en un pequeño cobertizo al tiempo que veía como el aparato remontaba el vuelo dividiéndose repentinamente en tres objetos parecidos y de un tamaño semejante. Alineados, los tres aceleraron en el más absoluto silencio hacia unos montes próximos. Tras un corto vuelo cayeron a tierra. El testigo, que comenzó a ser invadido por una fuerte sensación de sopor y mareo, puso pies en polvorosa, preso de una gran excitación, dejando allí todos los aperos de labranza.

Pero fue en 1981 cuando se produjo un fenómeno que cambió para bien o para mal la historia del pueblo de Ochate. Fue lo que descubrió un joven de 25 años, Prudencio Muguruza mientras paseaba con su perra de caza por las cercanías de Ochate: "Sentía un miedo indescriptible, oía a mi alrededor una especie de intensísimo zumbido sin pensarlo dos veces, como un auténtico autómata, saqué una foto con mi modesta cámara a aquel increíble fenómeno. Las placas del "ovni de Treviño" se vendieron por 500.000 pesetas y fue a partir de ese momento cuando cientos de personas fueron a Ochate en busca de encontrarse con el más allá, aunque algunos sólo querían encontrarse con la fama y el dinero que estos temas podían ocasionar.

Muchos otros fenómenos se han dado en las ruinas del viejo pueblo de ochate, desde pisadas y gruñidos de seres invisibles, hasta voces y lamentos grabados en cintas vírgenes, como el conocido "Pandora" que en euskera significa "Fuera", ¿será un aviso del viejo pueblo?.

Seres de más de dos metros que se pierden tras las montañas e incluso el caso de dos compañías de blindados de la base de Araca que permanecieron incomunicados y perdidos por el monte, tras meterse en una nube de espesa niebla, pues los medios de comunicación no funcionaban y tampoco los aparatos electrónicos de los carros , a pesar de encontrarse separados unos de otros menos de 300 metros.

¿Existe de verdad una puerta interdimensional en la zona? ¿es una base extraterrestre? ¿o todo son simples coincidencias?. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

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