“Desde 1992 se viene produciendo en una pequeña vivienda de la calle Luis Pascual 8 del madrileño barrio de Vallecas, uno de los sucesos mas impactantes de la fenomenología paranormal de nuestro país. Una humilde familia convive desde entonces con el temor y la incomprensión suscitada a causa de algo desconocido que les hace la vida imposible. Un caso de poltergeist en toda regla. El caso del poltergeist de Vallecas.
Todos recordamos 1992 como una fecha histórica para España, con la celebración de unas espectaculares olimpiadas y una exposición universal en Sevilla. Pero para Máximo Gutiérrez y su esposa, Concepción Lázaro, ese año significa el comienzo de una serie de sucesos dramáticos que continuaron con un calvario de sucesos sobrenaturales y espantosos dignos de la mejor novela de terror.
Todo empezó con la muerte del padre de Concepción. Días antes de su fallecimiento comentó a su hija que le haría la vida imposible después de su muerte, y parece ser que cumplió su amenaza.
Meses después de fallecer el padre de Concepción, Estefanía Gutiérrez hija del matrimonio y de 18 años comenzó a experimentar cambios bruscos en su personalidad. El motivo aparente de dichos cambios fue las continuas sesiones de ouija que venía experimentando últimamente con varias amigas en el colegio. Estefanía empezó a mostrarse asustadiza y nerviosa dentro del seno familiar. Pero en una de esas tan advertidamente peligrosas sesiones con el tablero, Estefanía comenzó a sentirse bastante mal lo que alarmó a sus compañeras y éstas decidieron comunicárselo a sus profesores. Según el testimonio de las amigas de Estefanía, en aquella fatídica sesión el vaso se rompió en mil pedazos y comenzó a salir del tablero un finísimo humo negro que penetró directamente por los orificios nasales de la hija de los Gutiérrez. Inmediatamente Estefanía entró en coma, lo que desembocó en una catalepsia severa. Una noche, la hija de Máximo y Concepción moriría entre gritos y convulsiones. Una muerte extraña a la que las posteriores investigaciones forenses, no arrojaron detalles claros sobre el óbito de la joven Estefanía.
A partir de entonces, una serie de fenómenos extraños vienen produciéndose. Golpes violentos en las paredes por una mano invisible, gritos aterradores de una niña diciendo mamá, puertas que se abren y cierran solas, bocanadas de un frió aire que violentamente recorre el pasillo mientras se escucha una risa macabra y amenazante, o la presencia de una sombra que recorre las habitaciones de la casa sembrando de pavor a toda la familia. Estos son sólo algunos de una extensa lista de manifestaciones de lo enigmático en el domicilio de los Gutiérrez.
Tal era la desesperación que llegaron a sentir, que el 27 de noviembre de 1992 no se lo piensan más y deciden poner el caso en manos de la policía. Inmediatamente dos coches patrulla del distrito policial de Vallecas ponen rumbo a la calle Luis Pascual 8. El aviso era un tanto sorprendente. Una familia vive atemorizada por un supuesto fenómeno del mas allá.
Los agentes allí desplazados no olvidaran nunca lo que presenciaron aquella madrugada. La puerta de un armario se abrió y cerró súbitamente ante la atónita mirada de los presentes. Minutos mas tardes, concretamente en una mesita donde estaba colocado el teléfono, empezaron a aparecer restos ectoplasmáticos, a los que uno de los agentes describió como “babas”. Instantes después, un crucifijo de madera que se encontraba colocado sobre una puerta, se dio la vuelta y el cristo que se encontraba adherido a dicha cruz fue arrancado de cuajo por aquella fuerza sobrenatural, así como algunas violentas rasgaduras sobre un póster de una de las habitaciones.
Tal era la tensión que se desprendía en aquel momento, que uno de los agentes llegó incluso a desenfundar su arma, asegurando textualmente a la hora de marcharse que “A esta casa no vuelvo más”.
De todo esto hay un amplio informe elaborado por los dos miembros de la policía Nacional que se desplazaron a la calle Luis Pascual nº 8. Una calle que sigue albergando el hogar de la familia Gutiérrez y al mismo tiempo, el misterio.”
Fuente: Texto resumido del libro Enigmas sin resolver II Iker Jiménez
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